
martes, 6 de septiembre de 2011
Mundos imaginables.....
*Consigna: Cada imagen encierra mundos, unos posibles y otros no tanto; sufrimientos, sueños, esperanzas, acciones…
Te proponemos que ingreses en estas imágenes, y las relaciones con un sabor, o con un color…o con un sonido en una noche en penumbras…o con el aroma del café recién hecho…y relaten una historia de fuga y misterio.
Me encontraba en su living esperando que me recibiera. Su casa parecía haberse detenido en el tiempo, las paredes estaban repletas de cuadros, recuerdos en blanco y negro. Un cuadro pintado al óleo de una joven hermosa posando como pensativa y lejana en una sala suntuosa, atrajo mi atención, y me remitió inmediatamente a las actrices de Hollywood en su época dorada.
Ella entró del brazo de su bisnieto, que la ayudó a acomodarse en el sillón. Enseguida me acerqué, la saludé y le tomé la mano. A pesar del paso implacable del tiempo, reconocí sus ojos azules profundos, en los ojos de la joven de la pintura; éste pudo encanecerla, marcarle el rostro, deteriorarla, pero no opacar su mirada; la memoria de un pasado impiadoso, crudo y cruel, no lograron nublarle el alma y doblegarle el espíritu.
Es para mi, dueña de una fuerza incomprensible, así que no me atreví a preguntarle nada, aunque me moría por hacerlo, por escucharla y que me revelase el secreto de su entereza, de su integridad.
Mi admiración y respeto fue mucho mas grande y me ganó el silencio, me limité a compartir un té y un álbum de fotos con su vida en Argentina, mas precisamente en Santa Fé; una vida que comenzó el día que pudo escapar de ese campo de exterminio. Allí perdió todo lo que amaba y experimentó el horror, lo absurdo, lo irracional, algo mucho peor de lo que podemos llegar a entender o imaginar como infierno; éste era tangible, real, eran seres humanos sus artífices, los demonios se habían materializado y eran de carne y hueso.
Cómo lo hizo? Cómo logró escapar? Cómo lo resistió? No pude preguntar, me quedo con lo que sé. Es mi vecina y está prácticamente sola, a veces recibe la visita de su bisnieto que le da un poco de felicidad, se nota… y es lo único que importa.
Nota: siento la necesidad de aclarar que esta historia está inspirada en las imágenes libremente seleccionadas en la cátedra y también en mi vecina, ya fallecida, del barrio donde crecí. Ella era oriunda de Polonia y sobreviviente de la segunda guerra. Experimentó el horror de un campo de concentración y un tatuaje en la muñeca lo probaba.
Era viuda y vivía sola, su hijo se había casado, vivió un tiempo con ella y se fue.
Cuando yo la empecé a visitar, no recuerdo el motivo, pero si me acuerdo de su amabilidad, de su cortesía, que me recibía y convidaba con un té y galletitas y sobre todo me acuerdo cuando me mostró la inscripción en su muñeca. Con la insolencia y la curiosidad de una chica de doce años le pregunté qué era eso; su respuesta fue simple, concreta, pero yo quería saber mas, algo había escuchado y tenía alguna noción, así que le pregunté cómo era eso? Qué pasaba ahí? Ella evadió mi pregunta y fue suficiente para entender que no debí preguntar.
Me contó de su llegada a Entre Ríos muy jovencita, donde continuó su vida junto a su gente, trabajando en el campo hasta que se casó.
La seguí visitando hasta que su hijo se la llevó a Israel para que termine sus días allí como había soñado. Antes de irse pasó por casa a despedirse.
Ahora de grande pienso por qué tal vez ella no me respondió y eludió mis preguntas; posiblemente no encontró palabras para describir ese horror, no le alcanzaron o no creyó adecuado compartirlo con alguien de esa edad; quizás solo quería escaparle a la soledad, a los malos recuerdos que nos acechan cuando estamos tristes, simplemente disfrutando del tiempo de mi compañía.
Me considero una persona vulnerable emocionalmente, no soporto fácilmente los golpes que a veces te da la vida, por lo tanto siempre admiré a las personas que poseen esa fuerza para seguir adelante, viviendo o buscándola día a día. Considero que Helena era una de esas personas y me consuela saber que al menos de muy anciana haya podido rodearse de su familia en un lugar anhelado por ella.
Autora: Mariela Ghyselinck

Desvanece...

ISFD Alte. Brown Nº 8 Anexo Santo Tomé
Literatura y su didáctica
Prof.: Angelina Baldengo, K. Frutos, D. Pavetto
Actividad de la cátedra nº 4
Autora: Mariela Ghyselinck
2º año Nivel Primario
Año 2010
28-05-10
* Consigna: Realizar un escrito, con las palabras que surgieron en el acróstico.
Pálpito
Amaneciendo
Lúgubre/lujuria
Azotar/Abrazo
Bestia/saborear/sobrio
Rencor/rezo
sAcudir
Soledad
Está amaneciendo, el tiene que partir, la soledad me abraza. Un sentimiento lúgubre me invade y me azota el alma. Lloro, rezo, trato de aturdir ese sentimiento y aplacar la bestia que me habita; no puedo evitar el rencor que me produce su partida, solo me queda saborear el recuerdo de esa única noche de pasión y lujuria.
El pálpito que me pertenecería para siempre se desvanece. Jamás lograré sacudir la pena de mi corazón y llenar el vacío que queda.
Murmullo de otoño
23/04/10
ISFD Alte. Brown Nº 8 Anexo Santo Tomé
Literatura y su didáctica
Prof.: Angelina Baldengo, K. Frutos, D. Pavetto
Actividad de la cátedra nº 3
Autora: Mariela Ghyselinck
2º año Nivel Primario
Año 2010
*Consigna: Realizar una redacción no convencional, sin utilizar las etiquetas y/o frases hechas. Incorporar las siguientes palabras aportadas por todos los compañeros de la cátedra.
Muerte-silencio-verdad-vuelo imaginación-incertidumbre-amargo-encuentro-identidad-café-puente-rojo-nostalgia-hamaca-pasado-nada-nunca-todo-final-menos-…-exacto-vestido-transitar-principio-persona-música-límite-reloj-ladrón-violín-lejos-perdón-lujuria-sexo-pelos-gato-paloma-guitarra-baja-sube-susurro-enigma-cruce-misterio-éxito-noche-lunes-bruja-madre-luz-aliento-tintas-calor-presente-juego-… cenizas-…-desnudos-mas-copas-risas-cuadernos-siguiente-verbo-carne-cama-pierna-suelo-piel-mate-termo-charla-pino- “de la buena”- diario.
Con la agonia de marzo, una presencia sombría invadió la vida robándose poco a poco el tiempo, la luz y los colores.
Un murmullo crujiente recorre las calles; una brisa fría anuncia su llegada con un susurro que es casi un lamento.
Acontece el crepúsculo, la nostalgia parece apoderarse de los cuerpos, y el alma sucumbe a la melancolía.
Las miradas se empañan como los vidrios del café.Algunas personas apuran su transitar, tal vez para anticiparse al encuentro de lo que su ser añora. Sera el final de una tarde con mate; o los mimos de una madre que ansiosa espera un regreso? La risa de los hijos y un beso que sabe a caramelos? El principio de una noche de amigos con vino y musica de guitarra? El maullido de bienvenida de un gato que rompe el silencio de una casa y rescata a alguien de la soledad? Quizas,el abrigo de una cama compartida; el contacto con la piel amada; la promesa que nunca fue o una charla pendiente en busca del perdón?
Ya no se escucha el bullicio de la plaza y el rechinar de las hamacas; una paloma buena hacia un árbol desnudo para acurrucarse. Apresuro mis pasos, pero la incertidumbre alcanza mi corazón. Que me esperara detrás de la puerta? El temor a la nada es inmenso; lo que el otoño me provoca es inevitable.
Soledad
ISFD Alte. Brown Nº 8 Anexo Santo Tomé
Literatura y su didáctica
Prof.: Angelina Baldengo, K. Frutos, D. Pavetto
Actividad de la cátedra nº 4
Autora: Mariela Ghyselinck
2º año Nivel Primario
Año 2010
28-05-10
* Consigna: Realizar un escrito, con las palabras que surgieron en el acróstico.
Pálpito
Amaneciendo
Lúgubre/lujuria
Azotar/Abrazo
Bestia/saborear/sobrio
Rencor/rezo
sAcudir
Soledad
Está amaneciendo, el tiene que partir, la soledad me abraza. Un sentimiento lúgubre me invade y me azota el alma. Lloro, rezo, trato de aturdir ese sentimiento y aplacar la bestia que me habita; no puedo evitar el rencor que me produce su partida, solo me queda saborear el recuerdo de esa única noche de pasión y lujuria.
El pálpito que me pertenecería para siempre se desvanece. Jamás lograré sacudir la pena de mi corazón y llenar el vacío que queda.
domingo, 15 de mayo de 2011
Soñe
SOÑÉ.
Noche semiabierta.
Casi llegaba a la cima de aquella montaña enorme, interminable. Un pie apoyado, firme. El otro, buscando el camino que me llevaría al final de un sendero mezcla de fina tierra y filosas piedras que romperían hasta el botín más reforzado que se haya fabricado jamás.
Cielo oscuro. Estrellas tenues.
Algo las opacaba, les quitaba el brillo del cual hacen alarde los poetas, con justa razón.
Noche y día. Mi sombra no se proyectaba.
Por más que buscara, no encontraba haz de luz alguno que impactara en mi figura. La mitad de la montaña estaba oscura al igual que el valle a mis espaldas. Al otro lado algo incandescente contradecía mi realidad. Por encima de la cresta topográfica un resplandor, cual cortina de luz, dividía en dos al accidente geográfico. Pronto haría cima.
Esferas de colores.
¡Billar tridimensional!
Estáticas y suspendidas, Mercurio, Venus y la Luna, parecían estar esperándome. Tan cerca y tan grandes que casi podía tocarlas. Estiré mi mano para alcanzarlas y respondieron con un movimiento de aproximación lenta irradiando a su paso color y calor. Se detuvieron.
Bajé.
Caminé hasta quedar debajo de ellas. Tres pelotas gigantes verde esmeralda, celeste pastel y color plata reflejaban en el suelo ralo, Mercurio, Venus y la Luna, respectivamente. Buscaba imperfecciones en sus contornos pero no las encontraba. Pulidas y lisas, cual globos de cumpleaños, permanecían en sus posiciones inmóviles, luminosas, como si tuvieran un foco en su interior.
Temblor.
Me arrodillé apoyando ambas manos en el suelo. Un ruído estremecedor similar al de un avión que está a punto de despegar, iba en aumento. ¡Era ensordecedor! Las tres bolas vibraron y se apagaron como si su filamento interior se hubiera cortado.
Calma y penumbra.
Seguía arrodillado por precaución. En un acto desesperado había intentado asirme al piso pero lo único que había obtenido fue un puñado de tierra. Cual bebé que está dando sus primeros pasos me incorporé. Sin poder verme me sacudí el polvo, justo cuando el crepúsculo me obligó a hacer un zoom óptico.
Luz roja.
El horizonte parecía venir hacia mí, con la velocidad de un rayo, escaneando el suelo, copiando sus imperfecciones. Nuevamente me temblaron las piernas y caí.
¡Crash!
Una joroba roja amanecía.
Trozos de planeta volaban por los aires. Ríos enteros se vaciaban al caer invirtiendo su posición. Volcanes enteros esparcían su lava quemando todo cuanto esta tocaba. Árboles, montañas, tierra, mucha tierra. Ahora todo flotaba. Y Marte emergía gigante, justo desde la costura entre el cielo y el infierno, haciendo que todo fuera rojo.
Escorado.
La inclinación acimutal aumentaba y la órbita elíptica se transformó en línea recta. Directo hacia el sol. El impacto interplanetario había cambiado el rumbo de la Tierra, la cual se iba calentando exponencialmente. Mercurio, Venus y la Luna, que aún permanecían flotando a escasos metros del suelo, comenzaron a deformarse cual botella de vidrio soplada. Finalmente, y ya con forma de gota, sus dermis se desgarraron y vertieron todo su interior inundando el valle en el que me encontraba y me arrastraron con fuerza, cual río abajo. Logré agarrarme de un viejo árbol que aún se mantenía en pie. Pero el nivel del líquido multicolor crecía cubriéndolo todo. Posteriormente, la calma. Seguíamos rumbo al sol.
Luces blancas.
Todo era homogéneo. El prisma se tornaba monocromático, pero el calor era rojo. Todo se fundía en algo imposible de decir. La materia pasaba por sus estados sin respetar etapa alguna. Asombrosamente mi cuerpo seguía igual. Todo se derretía, se gasificaba, menos yo. Miles de miles de grados se alcanzaban a percibir pero mis treinta y siete interiores seguían invariables. Cada vez más cerca, el sol era el horizonte.
Magma y fin.
Fluída, espesa y ondulante, la Tierra, era. Un espeso vapor blancuzco, cual comida de abuela, permanecía a escasos centímetros del suelo. El árbol que me sostenía se desplomó y caí junto con él al aceite blanco, pero nada me pasó. Nadé en busca de algo sólido, pero nada hallé. Todo era líquido. De pronto, como si alguien hubiera quitado el tapón de una bañera, un remanzo se formó arrastrándome hacia el centro. Pero no choqué contra nada, pues nada había con que chocar. Más calor, calor y calor. Sumergido, me sentí a punto de nacer, a punto de salir de algo. Como en el ensayo, previo a la presentación de una orquesta, sentí ruidos incongruentes, dispares, incomprensibles. Ruidos que iban en aumento, como si algo atrapado buscara salir. Y yo, en aquel remolino acuoso que me hacía girar con mayor rapidéz, como si tuviera patines e hiciera una figura artística, de repente, me sentí flotar, sin nada a mi alrededor, suspendido en el oscuro espacio, estático y liviano, donde el negro todo lo dominaba.
Me dormí.
Arnaldo.....